27 nov 2008

La incomunicación en la sociedad de la comunicación

II Parte

Todo este interés por la sociedad de la información ha generado que muchos países, principalmente los de primer mundo, se interesen por convertir esa información en conocimiento, por lo que la Unión Europea ya en el año 2000 se planteaba como objetivo: “convertirse en la economía del conocimiento más competitiva y más dinámica” (Mattelart, Armand; Historia de la sociedad de la información; 2002; 128).

Todos estos cambios que se han ido presentando en la sociedad postmoderna[1], como algunos la denomina, se ha visto acelerado con el progreso de la tecnología, por lo que autores como Pérez Tornero nos hablan que si bien no es posible demostrarlo, el primer lenguaje de la humanidad fue gestual, por lo que el lenguaje oral no se pudo desconectar de la gestualidad y de aquí que los actos de comunicación presentasen una fisicidad precisa y dispusieran de una materialidad inmediata y natural en la que apoyarse. Sin embargo, todo cambia con los procesos de mediación, pues los medios son soportes que registran o representan y trasladan signos y lenguajes preexistentes , por lo que se alteran las condiciones de tiempo y espacio originales; ante todo esto, es posible apreciar que algo se pierde y algo se gana en este proceso de mediación, por lo que es posible distinguir que se gana el dominio del tiempo, el alcance espacial, el distanciamiento, sin embargo, se pierde en inmediatez, en realismo y en presencia (Cf. Pérez Tornero; 2000; 73).

Este aspecto de los cambios, nos deja muy en claro que atravesamos por una etapa de deslocalización y destemporalización:

La humanidad ha pasado en muy pocos años a disponer de sistemas simbólicos-icónicos relativamente escasos y limitados a centuplicar la posibilidad abstracta y formal de cuantos códigos utiliza. Ha pasado también de desenvolverse habitualmente en relaciones personales directas, a volcar un elevado tanto por ciento de sus procesos comunicativos en contactos a distancia. Los sociólogos han denominado a este fenómeno deslocalización: una caída brusca del peso de la situación de comunicación local en las formas de comunicación. Pero hay que reconocer que, en paralelo, está teniendo lugar otro proceso semejante de destemporalización, es decir, de caída brusca del presente físico tradicional en una situación de comunicación. Tiempo y espacio, condiciones relativamente estables en las situaciones de comunicación tradicionales y que dieron lugar a los tiempos de la enunciación lingüística han encontrado nuevas declinaciones: tiempo real, espacios virtuales, paradojas temporales que complican y tejen simulaciones presenciales de escenarios futuros, o actualizan pasados con potencialidad de presentes… (Pérez Tornero, José Manuel; 2000; 89-90).

Esta nueva forma de comunicar que trae consigo la nueva era viene acompañada de repercusiones que afectan la manera como el hombre se relaciona con sus semejantes, al grado de que en la actualidad se puede hablar de la paradoja de la incomunicación en la comunicación, pues hemos llegado al grado de limitar nuestras relaciones y de una manera muy particular nuestra comunicación a realizarla mediáticamente y evitar cualquier tipo de contacto con los semejantes, algunas veces por practicidad, otras tantas por miedo, pues es más fácil hablarle a un aparato tecnológico de un lado y que otro te escuche, pues detrás de éste aparato se esconde todo un imaginario colectivo, ya que otorga cierto valor el hecho de estar al otro lado (del teléfono, de la computadora, etc.), pues como nadie te ve, es posible, incluso, adquirir otra identidad totalmente distinta de lo que se es al llevar a cabo la comunicación mediante mediatización.

Se puede decir que la comunicación en nuestro mundo expresa una necesidad de sobrevivencia tan antigua como la invención de la escritura y los signos. Pero esta necesidad también es el reflejo de una fijación psicológica, producto de la “frustración original[2]” de la comunicación.

Ante esta perspectiva es importante plantearnos qué se entiende por comunicación, a este respecto ya Brajnovic la define como “el conducto, contacto directo, contagio o encuentro creativo que une distancias, presencias, estados de ánimo o disposiciones intersugerentes y creativas, sin el fin –de suyo- informativo, aunque puede ser el vehículo de la información” (Ballesta Pagán, Javier; 2001; 38). Es importante destacar que el concepto de comunicación, a la par de la evolución de la sociedad, ha sido forzado a evolucionar, pues es evidente que lo que se definía como el contacto directo para poder interactuar se ha visto afectado por el fenómeno de la multimediación, la cual la podemos definir como “el fruto de la integración del sistema clásico de medios con el mundo de las telecomunicaciones de la informática y, en definitiva, con los avances producidos con la digitalización de la información. Es, de hecho, no sólo un proceso mediático, sino también un proceso sociocultural que ha derivado en lo que Castells ha denominado la sociedad-red” (Pérez Tornero, José Manuel; 2000; 30).


José Antonio Hernández Pimienta

[1] Por sociedad postmoderna nos referimos a los movimientos artísticos, culturales, literarios y filosóficos del siglo XX, los cuales son definidos en diverso grado y manera por su oposición o superación del modernismo; es decir, se refiere al proceso cultural que se presenta a partir de la década de los 70.

[2] Por frustración original se refiere al “trauma” (según consideran algunos expertos) por los que pasa un bebe cuando le es imposible comunicarse con su entorno al solo contar con el llanto para hacerlo y carecer de otros medios que le permitan transmitir el mensaje que quiere dar.


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